17 de julio de 2008

Sobre el consumo

Días atrás caminaba hacia mi taller por el centro de la ciudad, vi en las vidrieras ofertas de tejidos, pullovers, camperitas, etc.
No se porqué recordé mi niñez, por los '60, donde los tejidos que usaba eran fabricados por mi familia.
En ese entonces se compraba la lana y se creaba la nueva prenda, cuando esta se gastaba, se destejía y se volvía a remozar con el agregado de pequeñas cantidades de lana nueva.
Así cada año lucíamos una prenda nueva sin mucho gasto.
El tejido requería de tiempo, experiencia, habilidad y buen gusto. Como no todos tenemos esas cualidades surgió la profesión de tejedora, quien realizaba los tejidos para el barrio.
Aparacieron las máquinas de tejer y, como elemento de consumo, se incorporaron a casi todas las familias. Como todo, esas herramientas requerían de un estudio y mucha práctica. En muchos casos se produjo un fracaso por lo menos.
Los más hábiles y expertos instalaron su mini negocio para tejer al barrio y un poco más. Estas tareas daban trabajo, permitían un intercambio saludable para la sociedad.
Se transformaba materia prima en prendas a pocas cuadras de nuestra casa.
Con el tiempo empezaron a aparecer tejidos industriales, primero con detalles imposibles de realizar en casa y luego a precios sin competencia. Esto se realizaba en grandes ciudades, se explotaba a tejedoras con capacidad por bajo costo.
Es fácil entender porqué hoy esas industrias están en países de gran población donde la necesidad de trabajo es mayúscula. Mientras nosotros debemos generar solo dinero para poder comprarlas.
Es en definitiva el principio del capitalismo.
Perdimos la ocupación de nuestra abuelas trabajando ante los ojos ilusionados de un niño que iba a lucir su prenda.
Perdimos la posibilidad de que la mamá tejiera mientras ayudaba a crecer a sus hijos observándolos por la ventana de la casa.
Perdimos el orgullo del trabajo.
Solo tenemos que generar dinero.
Para mantener a la abuela en el geriátrico, los niños en la guardería y nuestra casa llena de cosas inútiles.
Ganamos estar deprimidos, angustiados, inseguros.
Aquellos niños que ven la vidriera y no puede su familia comprarles ese tejido probablemente se vean tentados de robarlo.
¿Cuánto avanzamos?
Este mismo texto creo que puede relizarse con otros productos.